sábado, 12 de enero de 2008

ANSIEDAD POR SEPARACION

El perro es un animal social que, históricamente, ha pertenecido a grupos cohesionados. Su correcto desarrollo está íntimamente unido a la jauría. Su adaptación como mascota lleva implícita un nuevo orden social que al principio no será comprendido por el can. Es nuestro deber acostumbrar a nuestro fiel amigo a nuestro ritmo de vida para evitar que caiga en una depresión.

Llega la hora volver a casa después de una dura jornada laboral. Seguro que estás deseando abrazar a tu nuevo cachorro y jugar con él. Cuál es tu sorpresa cuando llegas a tu vivienda y el pequeño can ha destrozado el sillón o ha roto algún objeto de valor.

Encontrar la vivienda con un aspecto similar al de una batalla campal es frecuente en hogares donde un perro tiene que pasar muchas horas en soledad.El dueño se queja del estado lamentable en el que encuentra el mobiliario, puesto que el can se ha dedicado a morderlo. Además, el suelo puede aparecer cubierto de orines y excrementos.

A estos problemas hay que añadirle otros derivados de terceros como, por ejemplo, que los vecinos no aprueben el hecho de que un perro se pase todo el día ladrando y aullando. Lo que el amo ignora es que su perro puede estar siendo víctima del estrés conocido como ansiedad por separación.

Te echa de menos
La soledad es uno de los traumas más difíciles de superar por parte del recién llegado al hogar. Nuestras obligaciones diarias nos alejan del domicilio y, en nuestra ausencia, el perro provocará destrozos de diversa consideración, además de llorar, ladrar y hacer sus necesidades en cualquier rincón de la vivienda. En casos extremos, se producen vómitos, autolesiones, diarreas, anorexia, etc. El miedo que siente el can puede devenir en un serio problema de conducta.


El perro identifica a su amo como la figura de apego, estableciendo un lazo emocional hacia nuestra persona sin el que se sentirá perdido y desorientado. Las reacciones de su pánico comienzan cuando el dueño se va; y es que el perro necesita de su cercanía física. Tenemos que reforzar su independencia haciendo que ejerza su nuevo rol sin padecer angustia. Es importante saber que no es problema de educación, sino de dependencia. La ansiedad por separación se presenta en los perros tímidos y poco socializados pero también puede darse en adultos que provienen de albergues, aunque el porcentaje de perros con miedo a la soledad es más alto en cachorros de menos de dos meses. El can puede ser reincidente a lo lardo de su vida o en momentos concretos de cambio de rutina

Enséñale a ser independiente
Si los síntomas nos llevan a sospechar que nuestro animal de compañía puede estar sufriendo este tipo de ansiedad, debemos consultar con nuestro veterinario para que nos recomiende el tratamiento adecuado, puesto que el perro podría necesitar algún tipo de medicación antidepresiva. No obstante, si detectamos el problema a tiempo antes de que se agrave la situación, podemos poner en práctica varios trucos.

Con objeto de acostumbrar a nuestro amigo a las horas que pasará sin tenernos a su lado, podemos probar a dejarle un minuto y volver; después cinco minutos y regresar, y así sucesivamente pero aumentando el tiempo que estamos fuera. Uno de los errores más frecuentes es reprender al can cuando llegamos a casa. El perro no entiende el castigo a no ser que sea inmediato, por lo que debemos ignorarle cuando se haya portado mal en nuestra ausencia.


El impulso de destrucción no es una estrategia de venganza, es una causa psicológica. Enfadándonos con nuestro perro sólo conseguimos que se ponga peor. Lo que sí es aceptable es premiarle si todo está correcto con alguna golosina, pero dársela antes de irnos pone al perro en alerta.

Tenemos que marcharnos de casa de forma natural para que el perro lo interprete como una rutina. Le mantendremos ocupado con juguetes y le sacaremos más a la calle para que tome confianza.

http://www.mascotasyhogar.com

¿COMO TRATAR LA ANSIEDAD POR SEPARICION?

Un estudio reciente nos indica que las conductas destructivas y la eliminación inadecuada se encuentran entre los problemas de comportamiento más frecuentes entre los perros cuando faltan sus propietarios en casa. Ambas reacciones pueden tener diferentes causas, pero en un número elevado de casos, éstas son consecuencia de la ansiedad por separación. Sin entrar en complicadas definiciones, se puede decir que se trata de un estado de ansiedad y estrés que aparece, bien cuando el perro se queda solo, bien cuando no tiene acceso a su dueño.

Su comportamiento cambia, afectándote por los desperfectos en el mobiliario de la casa, como a los vecinos por los ruidos del animal, así como a su propio bienestar, ya que le produce un elevado estrés. Los cambios en su comportamiento, provocados por la ansiedad, pueden responder al siguiente patrón de conductas:


  1. Aumento de la actividad, generalmente son conductas destructivas.
  2. Ladridos, gemidos y aullidos.
  3. Pérdida del control voluntario de la defecación o micción.
  4. Es frecuente que muchos perros adopten signos de ansiedad antes de la partida de los dueños, como posturas corporales deprimidas, persecución del dueño, paseos, jadeos, insalivación, etc.
Para ayudar en el diagnóstico, se hace muy valiosa la grabación del animal con una cámara de vídeo o en su defecto en una grabadora de voz para hacer un diagnóstico diferencial. Así pues, si el perro pierde el control de esfínteres, puede ser causado por marcar su territorio, por un problema orgánico, por falta de aprendizaje o por alguna fobia, entre otras causas diferentes a la ansiedad por separación. Del mismo modo, los ladridos pueden ser respuestas a ruidos determinados, a juegos, fobias, agresividad territorial… Por último las conductas destructivas pueden ser causadas por la actividad propia de los cachorros: hiperactividad, respuestas a estímulos externos, etc.

Una vez descartadas todas estas posibles causas, se puede hablar de ansiedad por separación. En este sentido es importante destacar que el pronóstico de la ansiedad por separación es generalmente bueno, pero es fundamental la colaboración de un veterinario especializado en etiología clínica, así como la ayuda de un educador canino que enseñe al dueño a comunicarse mejor con el animal de compañía, al tiempo que se aumenta el ejercicio físico del perro.

Antes de empezar estas breves pautas para entender cómo se puede corregir este problema, es importante mencionar que será nuestro especialista de confianza quien supervise en todo momento el tratamiento. El éxito del mismo está en combinar la utilización de fármacos con el trabajo de adiestramiento. Sólo el experto puede guiarnos en estos dos pasos, sobre todo en la utilización de los medicamentos, que son de gran ayuda en la resolución de este tipo de problemas.

Con el adiestramiento debemos marcar un objetivo muy claro que es romper esa dependencia que tiene nuestro perro hacia nosotros. Es muy importante no hacer caso a nuestro perro cuando regresamos a casa, hay que esperar a que el animal este tranquilo; entonces será el momento de interaccionar con él. No podemos prestar atención si salta, jadea, llora... ya que reforzaríamos la dependencia. Tampoco debemos hacerle caso cuando salimos de casa.


En la convivencia diaria el amo sólo puede prestar atención al perro si éste está tranquilo y debemos intentar reforzar que él se aleje poco a poco de nosotros. Por ejemplo, a la hora de tumbarse, si lo hace pegado a nuestros pies le ignoraremos, pero en el momento que se tumbe, aunque sea a medio metro de nosotros, hablaremos con él, jugaremos, le acariciaremos, incluso le daremos un premio. Con este sistema pronto podrás estar en el salón viendo la tele mientras tu perro descansa por propia iniciativa en otra habitación.

Toda interacción que provenga de nuestros perros debe ser ignorada sistemáticamente y tenemos que elegir muy bien los momentos para jugar, hablar, acariciar, peinar, dar de comer… Con todo esto no quiero decir que no se puedan hacer todas estas cosas, simplemente que ahora debemos elegir muy bien cómo y sobre todo cuándo. Podemos completar este sistema de adiestramiento, que es la columna vertebral del tratamiento, con otros trabajos.


Los ejercicios de obediencia son un buen complemento para el tratamiento, además de una manera muy sana de establecer una relación con el perro sin reforzar el apego desmedido causante de la ansiedad. Es también de gran ayuda cambiar las rutinas a la hora de irnos, con el objetivo de que nuestro perro no pueda participar de su dueño. Sería aconsejable cambiar la secuencia: me levanto, me ducho, me afeito, desayuno. Llevo a los niños al colegio, saco al perro y voy a trabajar. Además de cambiar las rutinas, se puede combinar fingiendo falsas salidas donde, por ejemplo, me visto, me pongo colonia, cojo las llaves y, por ejemplo, me siento a ver la tele o a leer: así se consigue desconcertar al perro.

Es aconsejable que el perro realice ejercicio físico antes de quedarse solo. Es muy recomendable utilizar juguetes especialmente diseñados para cuando los perros se quedan solos que son dispensares de golosinas o comida, tales como los Kong. Para finalizar, no se debe castigar al animal por las acciones que hubiera hecho, ya que el castigo es eficaz exclusivamente si se aplica inmediatamente después del hecho punible.

http://www.mascotasyhogar.com

EN CONTRA DE LAS CORRIDAS DE TOROS

Pues en vista de la negativa de nuestro cobarde gobierno para eliminar las suvbenciones a las torturas que dicho gobierno permite, se están recogiendo firmas para instarles a que convoquen un referendum para elegir democráticamente SI o NO a las corridas de toros, ya que el 70% de la población está claramente en contra de ésta SALVAJADA

¡Firmad y difundid por favor!


Extraido de Amnistia Animal:


Todavía hay quien piensa que el enfrentamiento entre un torero y un toro en una plaza de toros durante una corrida es del todo leal y equiparada. Que el torero está en todo momento arriesgando su vida frente a un animal que tiene 50 veces más fuerza que él…



No nos engañemos, la condición natural del toro, como animal herbívoro es la de huir, no atacar. Ataca cuando se le enfurece, o como reacción a una serie de torturas. Para que nos hagamos una idea, vamos a detallar qué clase de torturas se le propinan a un toro bravo, a fin de enfurecerlo a la vez que debilitarlo. Desde que los toros son secuestrados del rebaño, empieza el calvario de unos animales capaces de experimentar angustia y desamparo infinitos. Presos en un asfixiante cajón, con la cabeza ladeada, se les transporta lejos, muy lejos de sus pastos y encinares, donde suelen perder entre 40 y 50 kilos a causa del estrés al ser confinados en la cárcel del chiquero.
Antes de su linchamiento, padecerán continuos tormentos al objeto de debilitar sus fuerzas: 24 horas antes de entrar en la arena, el toro ha sido sometido a un encierro a oscuras para que, al soltarlo, la luz y los gritos de los espectadores lo aterren y trate de huir saltando las barreras, lo que produce la imagen en el público de que el toro es feroz, pero la condición natural del toro es huir, no atacar. También se le han recortado en vivo los cuernos (afeitado) para proteger al torero. Le colgaron sacos de arena en el cuello durante horas. Le golpearon con sacos de arena en los testículos y los riñones, le indujeron diarrea y le abrasaron los intestinos al poner sulfatos y laxantes en el agua que bebió y en la comida, todo ésto es con el fin de que llegue débil al ruedo y en completo desorden. Se le ha untado grasa y vaselina en los ojos para dificultar su visión y en las patas se le puso una sustancia que le produce ardor y le impide mantenerse quieto, así el torero no desluce su actuación. En algunos casos, incluso se les han rasgado los músculos del cuello para evitar movimientos bruscos con la cabeza, a fin de reducir el riesgo de posibles cornadas.



Y no sólo con ésto, se le han inyectado fármacos hipnóticos, e introducido bolas de algodón en lo profundo de sus fosas nasales para dificultar la respiración. Sólo por ésto, ya debería ser ilegal, al atentar contra la salud de un animal. Y no sólo el toro es maltratado: respecto los caballos de los picadores, se eligen a caballos que ya no tienen valor comercial, así que el animal muere en 3 o 4 corridas a lo mucho. Es muy habitual que el animal sufra quebraduras múltiples de costillas o destripamientos. Se les droga y se les llena las orejas con papel de periódico mojado para que salgan a la plaza, ya que el terror les haría salir corriendo.
Desde 1925 se les coloca un peto simulando que se les protege, pero en realidad se trata de que el público no vea las heridas del caballo que con frecuencia presentan exposición de vísceras (alguna vez le han llegado a introducir de nuevo los intestinos y a coserles la tripa para que aguanten otra corrida). Además, para que no relinchen de espanto y de dolor (y no molesten al “respetable” público), han amputado sus cuerdas vocales, y si atenazados por el pánico se niegan a volver al redondel, les quemarán los testículos con descargas eléctricas o periódicos encendidos, e incluso les quitarán los ojos.
TAUROMAQUIA: LA TORTURA A OJOS VISTA
Al instante en el que el toro es “llamado” a la plaza, el toro se encuentra frente una puerta que da directamente a ella. Desde allí se le clava la “divisa” para que salga disparado por el dolor.
Una vez allí, los toreros le harán el “test”, para ver el grado de debilidad en el que se encuentra, después de estar sometidos a tales torturas previas.
Si el torero percibe que el toro embiste con mucha energía, ordena al picador montado a caballo hacer su trabajo consistente en desangrar al toro para debilitarlo, clavándole en el lomo una lanza de 40 cms. que le destroza músculos (trapecio, romboideo, espinoso y semiespinoso, serrados y transversos de cuello). Lesiona, además, vasos sanguíneos y nervios.
Esto es para que el torero pueda brindar la expresión artística que se supone debe tener este espectáculo. A partir de entonces, un solo puyazo podría destrozar al toro, por eso se hace en tres tiempos “para mayor goce de la afición.”
1 - Las banderillas aseguran que la hemorragia siga; se intenta colocarlas justo en el mismo sitio ya dañado por el picador. El gancho de metal de las banderillas se mueve dentro de la herida con cada movimiento del toro y con el roce de la muleta, lo que causa a la res un terrible martirio. El peso de las banderillas, además, le rebana carne y tejidos algunas banderillas tienen un arpón de 8 cms, y se les llama “de castigo”, a las cuales es sometido el toro cuando ha logrado evadir la lanza del picador. Las banderillas prolongan el desgarre y ahondamiento de las heridas internas. No hay límite al número de banderillazos: tantos como sean necesarios para desgarrar los tejidos y piel del toro. La pérdida de sangre y las heridas en la espina dorsal impiden que el toro levante la cabeza de manera normal, y es cuando el torero puede acercarse. Con el toro ya cerca del agotamiento, el torero no se preocupa ya del peligro y se puede dar el lujo de retirarse del toro después de un pase especialmente “artístico”, echando fuera el pecho y pavoneándose al recibir los aplausos del público.



2- Cuando el toro alcanza este estado lastimero, el matador entra en el ruedo en una celebración de bravura y machismo, a enfrentarse a un toro exhausto, moribundo y confundido.
Éste atraviesa el toro con una espada de 80 cms de longitud, que puede destrozarle el hígado, los pulmones y la pleura, según el lugar por donde penetre en el cuerpo del animal; de hecho, cuando destroza la gran arteria, el toro agoniza con enormes vómitos de sangre.
El toro, en un intento desesperado por sobrevivir, se resiste a caer, y suele encaminarse penosamente hacia la puerta por la que lo hicieron entrar, buscando una salida a tanto maltrato y dolor, una salida que le devuelva al campo. El animal muge lastimosamente, pero entonces lo apuñalan en la nuca con el descabello, otra larga espada que termina en una cuchilla de 10 cms. A pesar de estos terribles tormentos, el animal no suele morir de inmediato por su gran fuerza, pero finalmente cae al suelo, porque la espada ha ido destrozando sus órganos internos.



3- Lo “rematan” con la puntilla (puñal) de 10 cms. con lo que intentan seccionarle la médula espinal, a la altura de las vértebras “atlas” y “axis”. El toro queda así paralizado, sín poder siquiera realizar movimientos con los músculos respiratorios, por lo que muere por asfixia, muchas veces ahogado en su propia sangre, que le sale a borbotones por la boca y la nariz.
Después de que le destrocen las vértebras, el toro pierde el control sobre su cuerpo desde el cuello hacia abajo; sín embargo, hacia arriba se mantiene intacto, por lo que está consciente de cuando se le cortan el rabo, las orejas y los testículos, así como de cuando es arrastrado fuera del ruedo. Estos serán, pues, sus últimos segundos de vida. Sus últimos y tan deseados segundos que pondrán fin a tanto sufrimiento y dolor.




Después de su asesinato, el animal pasa directamente a una sala de desoye, dónde es descuartizado a fin de, al día siguiente, vender sus carnes a precio de oro, argumentando que proceden de la res que toreó algún matatoros famoso.

ASPACAN LAREDO,PERROS EN ADOPCION





LA ESTERILIZACION DE LOS ANIMALES